Abran paso
Gabi Borrelli & Susy Shock,
3 de mayo de 2025, Feria del Libro de Buenos Aires
Abran paso, que ahí llega, corranse. Despejen las alfombras rojas porque se incendiarán. Apaguen la música funcional que el viento de su presencia será lo único que se escuchará. Levanten los brazos al cielo más alto que los de delegación árabe rezando a Alá. Sientan el vibrar de la tierra de este pedazo de ciudad, de esta feria que la ve entrar: tiembla, todo tiembla, y ama y se regocijan los libros y más profundo la literatura sonríe y echa su cabeza multiforme para atrás. Ahí está, abran paso, va a ingresar a este mundo perverso y vital al mismo tiempo, maniqueo pero amplio a la vez, a este mar de letras que se encalla como un barco en la llanura seca cada año. Abran paso porque hoy entra por acá a la literatura argentina y al mundo fructífero de los libros: La Loreta. Ella acaba de atravesar el pabellón ocre de las provincias y alza la vista al stand de Tucuman y recuerda: “Pensar que es mi noche en capital. Yo me lo imaginé en un hotel como las películas argentinas en blanco y negro, a lo Zully Moreno. Qué marica. Si me vieran mis amigas en este hotelucho. Igual no te creas que me molesta, eh, mejor que el banco turista del Estrella del Norte es además por lo que sale, bastante que tenga agua caliente. ¿Cómo se verá Buenos Aires desde la terraza? ¿ subiste tan alto alguna vez como para poder verla? Yo en mi habitación tenía en la pared pegada una foto de retiro. Me imaginaba viviendo acá desde chica” ¿Qué tal Loreta ahora está primera tarde en la feria del libro? La Loreta, con ustedes: atraviesa esa oruga blanca para llegar a este pabellón, sí sí, somos las dueñas del pabellón de la fantasía, y La loreta se cruza con la cara de Borges por detrás la saluda Juliana, la Intrusa del cuento de Borges, la que se repartieron entre dos hermanos. La intrusa la saluda, le dice bienvenida Loreta. Avanza La Loreta y la empiezan a escoltar desde el stand de Orgullo y Prejuicio, La Manuela de José Donoso, que camina reivindicada, la Bonifacia y la Antonia de La casa verde del celebrado por los caretas de aquí y allá, Vargas Llosa. Entra La Loreta a la feria del libro pero entra más adentro, entra con los personajes hecho cuerpo. De repente, al lado del puesto de panchos que reemplaza el stand de Radio Nacional en el que Susy debería estar haciendo su programa, la cara de Aurora Venturini esconde las reverencias de Yuna, Betina y la Tía Nene, que saludan al unísono. Aparece también medio escondida, siempre a la defensiva, María Muratore, la que vino con Garay y terminó defendiendo la patria como varón. La hermana Cleo de la Virgen Cabeza sostiene un rosario hecho de bombachas y perlas, reza y la saluda. Todas te saludan Loreta, los personajes de ficción se arrodillan ante vos, ¿ no la escuchan? Viene montada en estos versos:
soy La Loreta, la ruina de todos tus miedos
en cada gemido vas naciendo de nuevo
y te vas descubriendo
pequeñito zorzal de las vías
marioneta del horror de los demás
andamos a los tumbos como un mal tango
jugamos a las escondidas como crianzas
y nos morimos de amor como si fuera posible morirse de amor
ay ay ay
porque le tenés miedo a mi deseo, sabelo
no sabés como deshacerlo…
y le tenés ganas a mi deseo…
como vos, osito cobarde.
Mirenla acá entonces, ustedes en esta tarde de mayo, el mes de la liberación y de la patria, el mes del nombre propio, en el que el pueblo quiso saber de qué se trataba, y La Loreta dice: léanlo en voz alta, quiero entender lo que siento.
Y ahora, después de la entrada, de la caminata por estos pasillos de falsa alfombra roja, de zapatilla gastada de docente maltratada y bibliotecaria apasionada, el escenario de La Loreta en la cultura argentina: Están allí Batato recitando a Pizarnik, desangrándose en vivo, Perlongher reescribiendo: en cada hotel de constitución vive Loreta y Evita, las mariconas patrias festejan, celebran que finalmente aquí en este libro está el amor, por eso escuchen, escuchen bien, vienen los pibes: sí nuestros pibes, el proletario de Lamborghini, el fajado, el chorrito, el barolo, el resentido de César González, con el roto, ahí vienen el Pibe Roto y el amor.
“El odiar nos hace épicos, grandes, importantes. El amor nos pone iguales, diminutos, frágiles y cualquier canción nos nombra y cualquier historia se asemeja”
Pero esta es la historia del Pibe Roto y el amor, de la historia de una conversación, la más verdadera, la más tierna, el encuentro con el otro, cuando el otro te invade más que te conquista, y te hace parte de él sin hacerte del todo suya…
“No podía sino estar a la altura de su nobleza obrera, si todavía intento sacarme un poco de él y el cuerpo me da espasmos, tan adentrito se metió este zorrito que cuando se fue me tironeó tan fuerte del alma que arrancó un buen pedazo!
La Loreta y la historia de amor del Pibe Roto, marcan el camino a la esencia de lo literario: la confusión entre vida y obra. Toda trava ha hecho una obra de arte de su vida, la ha moldeado en medio de las ruinas del mundo, la ha construido con palabras de amor y de guerra, con caricias prohibidas, con caminatas intrépidas y miradas astutas.
“Las travas y las maricas tendríamos un ADN en común y similar, que me encanta imaginar que es como jugar sin los debidos permisos, un imaginar, ese árbol genealógico trava marica, como si eso fuera posible (¡a no olvidar que es es literatura, por suerte, no es ciencia ni documento, ni una tesis, ¡ es literatura! y nada más marica que la literatura y nada más literatura que una marica)”
Este país aquí, este sur que se erige sobre el barro de la conquista, está hecho de crueldades, políticas y mariconerías que viven en nuestro presente. Es La Loreta por suerte que la puede escuchar el más allá, traernos noticias de nuestros muertos y decirnos que sintonicemos bien, que las brújulas existen, para nosotras, para algunas de nosotras que no tenemos dios ni papa sino la memoria hablante de La Loreta. Acá las que vamos a vivir y a leer te saludamos.
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