Río adentro en palabras de Médicos Sin Fronteras (MSF)
Existen dolores transversales en las crisis humanitarias, muchos de ellos provocados por la violencia. En Médicos Sin Fronteras (MSF), tras 52 años de trabajo humanitario, hemos sido testigos del sufrimiento que rodea al conflicto armado y de las consecuencias terribles del mismo, como el desplazamiento forzado. Detrás de este flagelo, por ejemplo, hay miles de historias que no se han contado de personas que se ven obligadas a dejar sus hogares, incluso perdiendo a sus seres queridos.

¿Qué es MSF?
MSF, fundada en 1971 por médicos y periodistas, ha atendido a miles de poblaciones vulnerables en el mundo que no tienen acceso a la salud o que han sufrido por catástrofes. Al ser una organización médica de emergencia internacional, MSF ha atendido tanto crisis como guerras, brotes epidémicos, grandes desplazamientos y desastres naturales. De hecho, la primera intervención de la organización en Colombia se dio en 1985 en el departamento del Tolima, donde MSF prestó asistencia de emergencia a la población afectada por la erupción del volcán Nevado del Ruiz. Nuestra atención, tanto en ese entonces como ahora, se ha centrado en atender a las comunidades más vulnerables que no cuentan con acceso a la salud, ya sea por catástrofes naturales o por el conflicto armado.

© MSF/Santiago Valenzuela

© MSF/Marisol Quinceno

© MSF/Marisol Quinceno
¿Cuál es la situación en Colombia?

En Colombia, más de 8.2 millones de personas han sido forzadas a dejar atrás sus territorios como consecuencia de un conflicto armado que se ha prolongado por más de 70 años. Cientos de comunidades de todas las regiones del país se ven afectadas, y muchas de ellas silenciadas. En nuestro trabajo lo hemos constatado, por eso, valoramos enormemente los esfuerzos por visibilizarlas. Además de la atención médica, están presentes en nuestra labor el testimonio, la comunicación y la incidencia para contribuir a generar cambios a favor de las poblaciones afectadas por crisis humanitarias. En este sentido, el libro Río adentro retrata de una forma muy sensible la experiencia de desplazarse, de abandonar el territorio y nos invita a reflexionar como sociedad frente al dolor y la tragedia del otro. Es, sobre todo, un esfuerzo muy importante para que el público en general no normalice el sufrimiento y comprenda lo que hay detrás de una crisis humanitaria.

Actualmente trabajamos de forma independiente y neutral en más de 70 países, incluido Colombia, en donde tenemos un proyecto de salud comunitaria en Alto Baudó, Chocó, uno de los departamentos del occidente colombiano con más necesidades humanitarias. Desde esta subregión, en donde el conflicto armado es permanente, capacitamos a diversos agentes y promotores comunitarios en salud primaria y salud mental, quienes apoyan a más de 130 comunidades. Al trabajar en esta zona, hemos sido testigos no solo de desplazamientos forzados, sino de confinamientos– que ocurren cuando dos o más grupos armados disputan un territorio y obligan a las comunidades a no moverse más allá de determinadas áreas, lo que les impide realizar actividades vitales, como la caza o la pesca– una realidad que se ha agudizado en los últimos años en Colombia.

© MSF/Marisol Quinceno

© MSF/Santiago Valenzuela

© MSF/Marisol Quinceno
¿Qué nos cuenta Río adentro?
El trabajo de la autora Carolina Marín Londoño refleja ese dolor que se produce al ser víctima del conflicto y toca un tema que también hemos visto: la relación entre comunidad y territorio y cómo se ve alterada por conflicto. Para las comunidades indígenas Emberá del Alto y Medio Baudó, por ejemplo, el confinamiento implica no sólo perder espacios de movimiento, sino también espacios de subsistencia, como ir a cazar o intercambiar con grupos cercanos. A su vez, el confinamiento ha cambiado su relación con los ecosistemas, lo que, según ellos, «los está enfermando». La salud, según su cosmovisión, está ligada a la de los «espíritus» de la selva, en la que no pueden moverse como antes.

El desplazamiento de familias en un contexto violento, como lo muestra el libro, también paraliza, cambia radicalmente el mundo exterior e interior. Asimismo, en el confinamiento también se pierde el acceso a la salud, como nos lo contaba una persona del lugar: “De 2020 a hoy nosotros estamos confinados, no podemos cazar animales, pescar, nada. Estamos confinados. Ellos dicen: no se pueden mover de la comunidad, solo alrededor pero allá a las cabeceras de las quebradas no. Dicen que no se puede. A veces dicen que está minado y que si las pisamos podría haber un homicidio, entonces que nos estemos solo en la casa. Nos ha afectado la alimentación, no comemos carne a menos que haya platica para comprar, pero ya es muy difícil ir a cazar. A veces la gente de abajo trae pescadito y cambiamos por platanito, pero es poquito, no es suficiente alimento. Estamos pasando dificultades. Los niños han salido con peso bajo”.

Muchas veces, el drama humanitario queda registrado en cifras o en informes que no llegan al público en general. El libro Río adentro tiene una gran virtud y es que utiliza herramientas artísticas y narrativas para tratar un tema delicado como lo es el desplazamiento. Tras 39 años de trabajo ininterrumpido en Colombia, vemos en esta publicación una ventana a la realidad dolorosa que han vivido millones de familias víctimas del conflicto. Con el apoyo a la publicación de este libro, esperemos generar un elemento nuevo para la reflexión sobre la humanidad del otro en el flagelo del desplazamiento.
Médicos Sin Fronteras
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