Junto con nuestra editorial amiga  Chirimbote, participamos de la edición, armado y producción de un nuevo cuadernillo del Programa de Educación Cooperativa (PEC). Este nuevo hacer juntxs nos trajo la oportunidad de contar nuestra experiencia puntual, y además reflexionar sobre qué es y cómo funciona este programa. Desde esta pequeña notita, nuestra intención es aportar a que las escuelas, lxs docentes, las familias y lxs niñxs lo conozcan.

¿Se pueden enseñar otros modos de trabajo que no sea únicamente la relación de dependencia de un patrón? ¿Cómo y dónde se puede aprender (en el sentido profundo de tomar e incorporar ese saber como propio) el cooperativismo como una opción posible de trabajo y economía? Estas preguntas son algunos de los puntapiés que guiaron nuestras inquietudes a la hora de participar de este hacer colectivo. Muchas Nueces se dedicó sobre todo a ilustrar el cuadernillo, algo que nos encanta hacer: soñar imágenes que se vinculen a un contenido potente.

La realización de este material fue una práctica que permitió cruzar nuestros mayores intereses: las infancias y juventudes y la autogestión como un modo de vida. Charlamos con Carina López Monja, una de las integrantes del equipo. Y la charla fue sobre este espacio, sus prácticas y el proyecto puntual del que nuestra editorial pudo formar parte.

Sobre el origen y la motivación de la propuesta del programa, Carina nos introduce al contexto donde se cocinó todo: “El mundo del trabajo cambió profundamente en los últimos años y el dilema de cómo insertarse en el mercado laboral, cómo conseguir trabajo al finalizar la secundaria, se volvió central para gran parte de los y las estudiantes que están terminando el secundario y llegan a la mayoría de edad. Muchos de ellos y ellas consiguen su primer empleo con derechos vulnerados, con contratos inestables, de muy corta duración, en condiciones precarias. Frente a eso, surgió la necesidad de poder trabajar dentro del aula y del sistema educativo otros horizontes laborales y otras formas de trabajo asociativo, como son las cooperativas, las mutuales y las unidades productivas de la economía social, solidaria y popular”.

A partir de esa necesidad concreta de intentar que lxs pibis no caigan en el trabajo precarizado como única salida posible, surge el proyecto de crear un Programa de Educación Cooperativa en las escuelas. El objetivo: “Por un lado, que permitiera trabajar de manera transversal los valores del cooperativismo y el mutualismo en nuestro país, y que a la vez acercara las cooperativas a las escuelas. Es decir, que acercara otras formas de trabajo asociativo, que ponen en el centro el bien común y la mejora en las condiciones de vida de sus integrantes”, nos dice Carina.

Carina hace énfasis sobre dos ejes del cooperativismo: sus herramientas y sus valores. “Creemos que es fundamental la vinculación de los y las jóvenes con la diversidad del mundo de la producción y el trabajo, con conocimientos y herramientas que permitan el desempeño de sus derechos, la práctica de la cooperación, la solidaridad y la ayuda mutua como condiciones necesarias para consolidarse a lo largo de su vida. A veces no dimensionamos la importancia que tiene el trabajo asociativo y cooperativo en nuestras vidas y lo vemos alejado de lo cotidiano. Lo relacionamos solo con las herramientas legales”. Y agrega: “Es fundamental formarnos con los valores cooperativos, de participación, democracia y solidaridad. Estos son centrales en la educación cooperativa porque nos permiten vislumbrar algo tan simple como que nadie se salva solx. La mejor forma de lograr dar respuesta a algunas necesidades es hacerlo con otros y otras, de manera cooperativa”.

Sobre la recepción del cuadernillo como material puntual, los primeros estudiantes de la escuela técnica de la UNSAM (Universidad Nacional de San Martín) lo recibieron con interés. El Programa de Educación se estará implementando en los últimos años de escuelas de nivel medio con modalidad técnica en varias provincias del país. También Carina nos señala que es fundamental generar trayectos de formación docente para que se garantice la educación cooperativa a lo largo y ancho del país.

“Buscamos trabajar un cuadernillo que diera cuenta de ese trabajo cooperativo y que pensara en los y las jóvenes que iban a recibir ese material. Por eso nos parece fundamental trabajar con diseñadores, diseñadoras, ilustradoras que trabajan de forma cooperativa, que eligieron esa forma de asociarse y de trabajar y que tienen una larga trayectoria, no solo en el cooperativismo sino en el trabajo con niños, niñas y jóvenes, como son Chirimbote y Muchas Nueces”, menciona Carina y explica el porqué de la intención política, y nada menor, de que fuéramos parte de la producción del material.

Carina dice que el cooperativismo hoy es un espacio de esperanza y utopías posibles: “Las distintas formas organizativas que vienen construyendo las y los trabajadores cooperativistas y de la Economía Social, Solidaria y Popular (ESSyP) realmente representan un horizonte de cambio social. Se trata de poner en el centro la participación, la solidaridad, la toma de decisiones democráticas en momentos donde a veces prima el individualismo y el «sálvese quien pueda». Si algo aprendimos en la pandemia es la importancia de la cooperación y del asociativismo. Muchas comunidades, vecinos y vecinas, se organizan para hacer frente a las necesidades cotidianas, con la convicción de garantizar derechos para todos y todas”.

Y nos plantea un cierre en relación a los desafíos que tenemos por delante, un cierre que aún está abierto, por hacerse, y con el que coincidimos: “El movimiento cooperativo tiene el desafío de pensarse, repensarse y reinventarse para llegar a nuevas generaciones y para seguir fortaleciendo una larga tradición en Argentina que pone en el centro el ser humano y el bien común por sobre la ganancia”.

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